Este año se ha presentado lleno de situaciones inesperadas y algunos contratiempos que nunca pueden faltar cuando uno está en el proceso de realizar una tesis. Llena de expectativas he comenzado algunos ensayos preliminares de mi tesis lo cual fue sorpresivamente interrumpido por una afección que en criollo se llama “Culebrilla”, causada por el virus Herpes zóster y les puedo asegurar que causa mucho dolor, afortunadamente como bien reza el dicho “bicho malo nunca muere”. La afección a pesar de ser fastidiosa no causó gran daño, más que una valiosa pérdida de tiempo y dinero, esto sumado al aburrimiento de un reposo sin poder leer, ver tele o navegar en Internet obligándome a cultivar algo de lo que no me dieron al nacer ¡PACIENCIA!
Después de la recuperación, nuevamente mi destino me lleva a diferentes predios de esta ciudad capital... Ahora vivo en las inmediaciones del Palacio Blanco, digamos que junto a las altas esferas pero sin mezclarme en ellas (Gracias a los Dioses). Es toda una experiencia vivir nuevamente en mi querido y añorado lado oeste de la ciudad, que con todos sus bemoles sigue siendo mi zona favorita. El reencuentro con las esquinas de Caracas: Cuartel viejo, Ánimas, La Bolsa, Porvenir, El muerto y tantas otras que poco a poco van desapareciendo de la cotidianidad de los nuevos “caraqueños”, me ha traído muchos recuerdos de la infancia y con ellos algo de melancolía por la Caracas de apenas hace 15 ó 20 años.
Pero algo de luz siempre se vislumbra en medio del caos que parece imperar en mi querida cuidad capital, eventos culturales, ciclos de cine francés, español y otros (a los que trato de asistir a pesar del poco tiempo libre que me deja la tesis) siguen llenando la ciudad de una atmósfera de progreso y me llenan de esperanza al pensar que mis coterráneos en presencia de la cultura se convertirán en personas más civilizadas, con más humanidad, respeto por los demás y sobre todo algo de sentido común. Quizás soy muy optimista, pero creo firmemente que aun tenemos remedio, el día que deje de experimentar este sentimiento abandonaré esta amada ciudad, con su maravilloso Ávila, sus parques, museos y eventos culturales.
Los dejo con la recomendación de una película “París, te amo”.
Después de la recuperación, nuevamente mi destino me lleva a diferentes predios de esta ciudad capital... Ahora vivo en las inmediaciones del Palacio Blanco, digamos que junto a las altas esferas pero sin mezclarme en ellas (Gracias a los Dioses). Es toda una experiencia vivir nuevamente en mi querido y añorado lado oeste de la ciudad, que con todos sus bemoles sigue siendo mi zona favorita. El reencuentro con las esquinas de Caracas: Cuartel viejo, Ánimas, La Bolsa, Porvenir, El muerto y tantas otras que poco a poco van desapareciendo de la cotidianidad de los nuevos “caraqueños”, me ha traído muchos recuerdos de la infancia y con ellos algo de melancolía por la Caracas de apenas hace 15 ó 20 años.
Pero algo de luz siempre se vislumbra en medio del caos que parece imperar en mi querida cuidad capital, eventos culturales, ciclos de cine francés, español y otros (a los que trato de asistir a pesar del poco tiempo libre que me deja la tesis) siguen llenando la ciudad de una atmósfera de progreso y me llenan de esperanza al pensar que mis coterráneos en presencia de la cultura se convertirán en personas más civilizadas, con más humanidad, respeto por los demás y sobre todo algo de sentido común. Quizás soy muy optimista, pero creo firmemente que aun tenemos remedio, el día que deje de experimentar este sentimiento abandonaré esta amada ciudad, con su maravilloso Ávila, sus parques, museos y eventos culturales.
Los dejo con la recomendación de una película “París, te amo”.
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